Tuve que tomar una sierra,
cabuya gruesa y licor
para darme cuenta que debía,
por higiene, usar
herramientas adecuadas
Oportunas y asépticas se me presentaron
el nylon, el alcohol
y el filo limpio y sin óxido
del bisturí quirúrgico que pulió
el trabajo de la segueta
(nueva y de supermercado, eso sí).
Una mano amiga no hizo falta
para desprender la carne
de una extremidad que no era mía.
Por eso al ver los borbotones de sangre
y mi final expuesto
creí poder andar ligero
sin una pierna con norte y ritmo propio.
Hoy le hablo aunque no esté y le digo:
"Solo sé hacer dos cosas contigo.
Ahora que no estás quiero tenerte
pero cuando estabas presente moría
porque estuvieras conmigo".
Cuando siento el calambre,
el frío, la comezón...
o la corriente que emana ese vacío
doy una vuelta como puedo
y luego en el suelo compruebo rengo
que esa pierna sin estar ahí
sigue dejando huellas
sobre la arena, el concreto
y mi almohada.