No es pirobo que llore
por la grande puteria
de no tener puntería.
Y aunque mucho él ore,
el atinar se demore
y siempre errar florezca,
él vive la vida fresca.
Es firme y terquísimo,
aleta y tosquísimo
de lágrima bufonesca.
por la grande puteria
de no tener puntería.
Y aunque mucho él ore,
el atinar se demore
y siempre errar florezca,
él vive la vida fresca.
Es firme y terquísimo,
aleta y tosquísimo
de lágrima bufonesca.