Entre aporías y callejones
no habrá sitio alguno a dónde ir.
El puñal sonríe y quiere mentir
para que no nos creamos peones.
Riendo adoctrina con canciones
y al absorber lo que pueda reñir,
solo en el filo se puede fluir
cantando dolor en tonos dulzones.
Luego la queja se llama cultura
y la risa indómita, distracción;
luego nos dicen que somos la cura,
que es tan solo sesgada percepción.
Pero somos herida y fisura
el cuchillo y su aniquilación.
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